Todo lo que soy

Siento que sólo sé amar de una forma: con todo lo que soy. Quizá no siempre lo haga de la manera correcta, pero lo hago sin condiciones. A veces, incluso en contra de mí misma.

Amo diciendo "esta soy yo, aquí estoy". Con mis puntos fuertes puestos para crecer y divertirnos juntos, y mis vulnerabilidades abiertas, esperando que el otro las vea y las entienda para jamás usarlas en mi contra.

No siempre ha salido bien.

Pongo en la mesa a una persona que no es perfecta, y no exijo perfección de vuelta. Soy real y espero un amor dispuesto, cariñoso, solidario y presente, no uno infalible.

Como genuinamente quiero conocer el mundo del otro, y que el otro conozca el mío, es probable que me involucre en su vida y sus intereses con esa misma intensidad. Porque lo suyo me provoca, porque quiero entender; porque yo también quiero platicar y mostrarlo todo.

Amar con todo lo que soy me vuelve vulnerable, pero elimina las medias tintas. Es un fuego que se enciende rápido; que consume, que quema. Que muchas veces duele, pero también regenera. Porque, aunque más de una vez ese fuego ha arrasado con todo y me ha dejado en cenizas, también ha permitido que de ahí surjan nuevas versiones de mí. Versiones mejoradas, si me permiten decirlo.

Y no pienso cambiar. Como dicen, si de amor me muero, de ese mismo amor voy a renacer. Porque yo sé que no soy para dar poquito. Porque siendo tibios nada pasa. Porque me merezco a alguien que piense en mí y haga planes; que diga mi nombre y sueñe.

Alguien que se queme conmigo en el mismo incendio donde yo voy a arder. Aquí está mi fogata, sólo hace falta una chispa.