Soy futbolera
- Laura
- 27 abr 2011
- 3 Min. de lectura
La gente que me conoce sabe que no miento. Soy bien futbolera y fanática, casi por igual, de soccer y americano.
Mi papá ve algo de futbol nacional, pero más bien es seguidor(sísimo) del football americano. Desde que mi hermano y yo éramos chamaquitos nos llevaba a ver juegos colegiales al estadio de Ciudad Universitaria.
Recuerdo esos días con mucha nostalgia: levantarse temprano, llegar al estadio, ubicarnos siempre del lado del palomar y lo más centrados que se pudiera, la referencia era la yarda 50. Íbamos en familia y en bola, con tíos y primas. Ya sentados, nos desayunábamos unas deliciosas tortas de huevito con frijoles o mole que preparaban mi mamá y mi tía Paty. Las recuerdo como un verdadero manjar, y más porque nos las bajábamos con unas deliciosas cocas.
La verdad es que, en aquel entonces, mis primas y yo le poníamos más atención al equipo de porristas y sus coreografías que al juego, pero sin duda algo del deporte se me fue quedando. Además, mi papá también ve, hasta la fecha, football americano en casa. De agosto a febrero, los domingos están dedicados a los touchdowns y los goles de campo.
Por años fui su compañera dominguera para ver los juegos y, la verdad, le agarré gusto. No tengo un equipo predilecto, pero sigo las temporadas. Amo las Monday Night Footballs porque le disminuyen como 10 rayitas de "lunes" a los lunes, y no me pierdo el Super Bowl cada año. No voy a hablar de las bondades del deporte porque que flojera, pero admiro la estrategia y la disciplina. Y me gustan los uniformes.
Respecto al soccer, yo diría que mi afición nació más por instinto de supervivencia. Fue algo así como "si no puedes con el enemigo, únete". Pero resultó que el enemigo terminó por conquistarme y ahora no imagino mi vida sin ver futbol.
Esto tiene algo bueno: hay torneos todo el año y en todo el mundo. No hay tiempo de aburrirse cuando te gusta ver futbol. Y dos eventos gloriosos que suceden, intercalados, cada 2 años: la Eurocopa (el mejor futbol del mundo) y OBVIO, el Mundial. Las expectativas, la adrenalina, la emoción, la euforia con cada gol de la selección... ¡Ay, ya que sea el mundial del 2014!
Contrario al americano, aquí sí tengo un equipo de mis amores: soy Puma hasta el tuétano. Soy azul y oro hasta el último de mis poros. Soy Universitaria en esta vida y muy seguramente en las que vengan.
Heredé esta afición de mi padre, pero hoy la siento mía por derecho. Me he emocionado cuando ganan y he sufrido cuando pierden. Me he desesperado con temporadas para el olvido, pero también me ha tocado festejar varios campeonatos (y un bicampeonato, me permito recordar) literalmente llorando de emoción.
Incluso he renunciado a ir al estadio porque siempre que voy, mis Pumas pierden, y obviamente, prefiero festejar los triunfos desde mi casa y no buscarle 3 pies al gato. Y como cereza en el pastel, me encanta el diseño del Puma en la playera, y claro que tengo la mía.
Pues sí, soy futbolera. Muy futbolera. Pero, eso sí, desde la comodidad de mi sillón, porque, aquí entre nos, estoy convencida de que, si yo jugara, sería cochina y ardida a más no poder. En el americano, tendría que estar en la defensiva, y sería algo así como una linebacker extra ruda. Y en el soccer, sería central, sin duda, y mi lema sería "no vas a pasar".
Así las cosas, les dejo una bonita melodía que cualquiera pensaría que escribieron pensando en mí. Todo cuadra, hasta la parte de las maldiciones, porque tengo que aceptar que cuando juega mi equipo, ni me busquen porque desconozco.
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